Cuando mi familia y yo
llegamos por primera vez a Urrea llegamos enamorados de la ilusión de encontrar
un lugar al cual escapar cuando la rutina del día a día nos reclamara a gritos
espacios abiertos, aire cargado de oxígeno, relojes que no fueran cronómetros
sino sólo el reflejo del tranquilo paso del tiempo y ritmos relajados que nos
permitieran el disfrute de la vida tranquila en familia.
Nuestra ilusión se
convirtió en realidad con la compra de la casica y nuestro enamoramiento se
amplió al lugar que tan bien nos acogió.
Hace unos días leía una
entrevista a una terapeuta chilena afincada en Chiloé en la que afirmaba que
cuando te enamoras de un lugar, ese lugar siempre te está esperando y siempre
permanece.
En los períodos de tiempo
en los que no podemos viajar a Urrea nos reconforta pensar que Urrea siempre
está allí esperando nuestra próxima visita como si el tiempo dejara de existir
hasta nuestra llegada y con este pensamiento me viene a la memoria una antigua
película de Gene Kelly, Brigadoon.
Brigadoon es una vieja película musical en la que
dos turistas norteamericanos que se hallan de cacería por tierras escocesas, se
pierden en un bosque, y allí descubren, accidentalmente, un pequeño pueblecito:
Brigadoon. Debido a un poderoso encantamiento que protege a la aldea del mundo
exterior, Brigadoon duerme en el tiempo, sumergida por una extraña niebla que
la protege de las miradas del mundo exterior, y sólo emerge un día cada cien
años, despertando entonces sus habitantes de su éxtasis temporal y volviendo a
la vida, pero únicamente durante un día, para volver luego a dormir 100 años
más.
Llegar a Urrea es para
nosotros lo que Brigadoon es para los dos turistas americanos. Llegar a un
pequeño paraíso reservado para aquellos que saben seguir caminando más allá de
la niebla.
Este último fin de semana
la niebla ha vuelto a aparecer en Urrea anunciando los días fríos de invierno y
desde el mirador de la Muela mirando hacia los campos me embargó la sensación
que recoge este escrito, de encontrarme en nuestro Brigadoon particular, en
nuestro pequeño paraíso que siempre nos espera más allá de la niebla hasta
nuestra próxima visita.